Economía digital y espacio urbano
En el verano de 2016 Amazon anuncia la apertura en Madrid de su nuevo de “tech hub” de 1.200 m2, donde trabajarán unos 100 ingenieros en desarrollo software para dar soporte al crecimiento del gigante del comercio online en varias de sus líneas de negocio. Y lo ha hecho en el corazón mismo de la ciudad, en el 83 del Paseo de la Castellana, en el llamado complejo de oficinas AZCA. No obstante, este no es sino un paso transitorio dentro del proyecto de relocalización de la multinacional estadounidense dentro del área metropolitana de Madrid, buscando mayor centralidad. Así, Amazon, que actualmente tiene sus oficinas y sede corporativa para España en Pozuelo de Alarcón, tiene previsto mudarse a mediados de 2017 a un nuevo edificio de 12.000 metros cuadrados, ahora en construcción, en la céntrica zona de Méndez Álvaro, a un paso del eje Prado-Recoletos-Castellana.
Los ingenieros que empiecen a trabajar en las oficinas del complejo AZCA se trasladarán al nuevo campus corporativo de Méndez Álvaro, donde se prevé que la compañía alberge a unos 1.000 empleados de aquí a unos 3-5 años. La operativa logística sí seguirá desarrollándose a partir de nodos suburbanos: el actual centro logístico en San Fernando de Henares (Madrid), en proceso continuo de ampliación desde el inicio de su actividad en 2012 y donde trabajan más de 800 personas y el nuevo centro logístico que prevé construir en los próximos meses en El Prat, en Barcelona. Excepción hecha del almacén logístico activado en el centro de Madrid, para atender el nuevo servicio “prime now” de entregas en el plazo de 1 hora.
El nuevo centro corporativo de Amazon se ubicará pues en pleno tejido urbano de la capital de España, en la calle Ramírez de Prado. Un movimiento muy similar al realizado por la propia multinacional en Londres. Precisamente en la capital británica, Google también está protagonizando una sonada relocalización hacia la muy céntrica zona de King’s Cross station, justo al lado de la popularmente llamada “rotonda del silicio” (ahora más solemnemente rebautizada como East London Tech City), donde espontáneamente se han ido ubicando empresas y start ups vinculadas a las tecnologías de la información y comunicación.
En realidad se trata de una tendencia a gran escala, por la cual la actividad productiva (en especial aquellas más directamente vinculadas con la nueva economía digital, aunque no sólo) está de nuevo volviendo a las ciudades (a la ciudad central), abandonando el hasta ahora clásico patrón suburbano. Un patrón que llegó hace años a su expresión más refinada con el modelo de parque tecnológico. En España, solo el proyecto Barcelona 22@ ha sabido anticiparse, con gran ambición, a este retorno de la actividad productiva al espacio urbano.
Una suerte de “retorno del hijo pródigo” para el cual una gran mayoría de grandes ciudades aún no está debidamente preparada, tanto en términos de planeamiento como en oferta de producto inmobiliario adecuado. Por ejemplo, según su propio testimonio, una de las principales frustraciones del equipo de InvestPorto es no poder dar rápida respuesta a las demandas, cada vez más frecuentes, de espacios ubicados dentro del tejido urbano que reciben de empresas y proyectos con voluntad de ubicarse en la ciudad portuguesa.
Este cambio de tendencia responde a que los ámbitos trabajo y vida privada no están ahora tan rígidamente separados como en el pasado reciente. Son más porosos entre sí en términos de espacio y hasta se intercalan de modo más flexible a lo largo de la jornada diaria, pudiendo incluso mejorar la conciliación con la vida familiar. Cada vez más disminuye la tolerancia hacia largos desplazamientos diarios al centro de trabajo, no sólo por una mayor calidad de vida, sino igualmente por una cuestión de sostenibilidad ambiental.
En todo caso, en nuestras sociedades avanzadas, el mundo del trabajo ya no quiere tanto permanecer recluido en islas de conocimiento (como en su momento fueron el modelo de parque tecnológico y de campus corporativo suburbanos) sino permanecer cerca e incluso formar parte activa de la experiencia urbana, en todas sus expresiones: ocio, vida cultural, etc. Durante su presentación, los responsables de Amazon argumentaron que la mayor centralidad de su nuevo centro de trabajo en el paseo de la Castellana les ayudará a atraer y retener talento.
Incluso en Estados Unidos, largamente dominado por el patrón de la difusión suburbana, la vuelta de la actividad productiva a la ciudad central es una tendencia reconocida y promovida en todo el país. En “The Rise of Innovation Districts: A New Geography of Innovation in America”, la influyente Brookings Institution ha modelizado esta tendencia bajo el concepto de distritos de innovación. Estos distritos urbanos surjen en contraposición a “un paisaje de la inovación dominado en los últimos 50 años por lugares como Silicon Valley, es decir corredores suburbanos de sedes y campus corporativos aislados, accesibles sólo por vehículo y con escasa voluntad por integrar mejor trabajo, residencia y ocio”. Ahora, la localización preferida por las tecnológicas y las puntocom en la región de New York es… Central Manhattan!, en el área ya conocida como “Silicon Alley”. Las nuevas empresas de la economía digital (y no solo ellas) buscan cada vez más localizaciones netamente urbanas
General Electric, la número 11 en el Fortune 500 (la lista de mayores empresas norteamericanas por volumen de ventas) ha protagonizado uno de los últimos episodios de esta relocalización al anunciar este año que moverá su sede central y campus corporativo desde su localización actual en un ambiente típicamente suburbano en Fairfield (Connecticut) al mismo centro de Boston. Una decisión que la propia compañía ve alineada con su transición a un modelo de negocio más digital y, como en Amazon, a su necesidad de atraer más fácilmente talento global.
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